otro sábado sin sol, así que vamos a hacer compras, y a eso de la una p.m. toca tomar el aperitivo, nos sentamos en la terracita de siempre, el blanco, las patatitas y las aceitunas...
pues bien, en eso llega una amiga, se sienta, hola qué tal, y otra ronda..
casualmente pasa otro conocido, cómo estais?, cuánto tiempo? ésta la pago yo!!, la tercera...
finalmente optamos por quedarnos a picar algo,
y en ese momento la risa es ya tan floja, que se suelta y se desparrama, se multiplica y se contagia, se nutre de sí misma y se crece, y allí, entre toda la gente, no existe nada más que un grupo de personas que son felices, sin más, y aunque sea sólo por un rato...
es entonces cuando el chico de la mesa de al lado se dirige al camarero y antes de pedirle la cuenta, le recrimina señalándonos:
" ¿ y a nosotros por qué no nos pusiste un poco de eso en los chipirones ?"
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